It’s The Creative Energy

Trabajar en un teatro es una idea que, por algún motivo, nunca se me pasó por la mente hasta que tuve la fortuna de encontrarme con la oportunidad.


Las circunstancias bajo las cuales se presentó fue una serie de coincidencias que me llevaron a hacer parte del equipo de mercadeo del Teatro Nacional; era como si el universo me hubiese estado dirigiendo hacia ese lugar y momento de vida. Todo se sentía tan meant to be que me lancé de cabeza vivirlo, disfrutarlo y aprovecharlo al máximo. Así como había cambiado mi vida en cuestión de un día, podía volver a suceder y yo quería vivir esta experiencia gota a gota.

Y así fue, una experiencia ¡MUY COOL!

Una locura, un renacer desde múltiples aspectos emocionales, físicos y mentales.

Durante el siguiente año y medio me vi retada frente a muchas cosas y, entre esas, algunas que pensaba que ya tenía muy integradas. Pero en este post no voy a ponerme profunda, en este post voy a hablarles sobre una experiencia específica que me cambió la vida: Teatro para Aficionados.

El taller fue una beca otorgada por el teatro a las personas que quisiéramos participar y yo, obviamente, me inscribí.

En realidad, lo hice por múltiples motivos pero la de más peso era que quería trabajar en la confianza en mí misma para pararme sin sufrir en un escenario frente a un público. Y no porque mi sueño fuera convertirme en actriz, precisamente, sino porque me había visto enfrentada a ese exacto escenario y del pánico escénico, probablemente, nadie entendió nada de lo que dije.

Desde el momento cero del taller, bajo el ala de Rafa Nivia, empezamos un proceso donde trabajamos todos los aspectos de nuestro cuerpo, desde la voz, la postura y, en general, la presencia en el escenario, hasta el reconocimiento del espacio a través de los sentidos. Fue un viaje divino en el cual me reté en muchos aspectos de tiempo, energía, confianza en mí misma, confianza en el grupo y soltar el miedo a equivocarme.

A veces estamos tan sumergidos en nuestra propia vida, en nuestra realidad y el pequeño círculo de personas que nos rodea, y caemos en la normalización de la vida, y del presente. Salir de la zona de confort a trabajar con el cuerpo y la energía creativa, acompañada por un grupo de personas que está en las mismas, es precioso. Yo nunca me imaginé lo sanador que iba a ser en términos emocionales el estar durante 3 meses con un grupo de personas maravillosas, divertidas, espontáneas y únicas, me iba a desbloquear a mí para construir un nuevo nivel de confianza que no había alcanzado antes.

Y bueno, no fueron sólo aprendizajes profundos (y yo dije que no me iba a poner en esas), también fue desconectarme todas las semanas un rato del planeta y compartir el presente, divertirme, reírme y, sobretodo, disfrutar. Todo, absolutamente todo, fue un reto que me sacaba cada vez más de mi zona de confort: gritar, exagerar sonidos, mover el cuerpo de distintas maneras por el espacio, improvisar no solo movimientos, sino también ideas.

Pero todo esto fue construyendo poco a poco, la confianza y el espacio para crear, y aprendernos juntos un diálogo, los movimientos exactos del escenario, aún sin tener un escenario (y mucho menos escenografía) e imaginar entre todos cómo se veía y se sentía el clima, la calle, la época, el pueblo, la iglesia. Fue un ejercicio increíble.

Y esto fue mágico. El poder de la imaginación y creatividad que tenemos es inmenso.

Los momentos que representaron un reto constante para mí era improvisar, tanto en ejercicios dedicados a ello, como en momentos en los que improvisar era la única manera de salvar una escena. Improvisar significa hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación, y en teatro la improvisación es una “disciplina escénica que consiste en crear y presentar historias sin guion, de manera espontánea y en el momento”.

Son momentos en los que ponemos a prueba nuestra agilidad pues tenemos muy poco tiempo para permitir que cuerpo y mente hagan muchos cálculos a la vez y luego los suelten. Me explico:

Cuando dan una premisa “Hombre no puede mover la pierna porque está atascada”, y tú eres quién debe representar a ese hombre, debes permitirte: 1. Entender la situación, 2. Crear una historia al rededor, 3. Meterle creatividad a la vuelta, 4. Mover el cuerpo, y 5. verbalizar, todo casi que de manera simultánea.

Todo pero, sobretodo, estos ejercicios lograron sacarme de mi zona de confort y a partir de ahí empezar a crear sin darle un propósito a lo creado, más allá de ser yo misma e inventar, de improvisar y crear pero, sobretodo, de divertirme mientras lo hacía. Y poco a poco, le fui perdiendo el miedo a equivocarme, y cuando lo hacía (porque lo hice mucho) me reía de mí misma sola, o usualmente acompañada, y continuaba.


Aprendí que equivocarse no está mal y perderle el miedo, en mi caso, fue el camino para recuperar mi identidad, aquí en muchos otros lugares, y experiencias.

Porque todo esto, pude extrapolarlo a mi vida fuera del escenario. Perder el miedo a equivocarme, y hacer lo que siento desde mi autenticidad, desde el ser yo misma. Y, entre muchos ires y venires, me lancé a crear sin saber qué estaba creando y heme aquí: con una marca, una empresa, un blog, clientes, viviendo 100% de mi independencia, a mi ritmo y, overall, siendo feliz.

Este post es una invitación a que, como yo lo hice y lo sigo haciendo, salgas de tu zona de confort, whatever that means to you, pero puede ser encontrarte en otros lugares, conocer personas increíbles en el camino, pero sobretodo, a disfrutar del presente y de la vida. ¿Te puedes imaginar de qué va este Happening?

Por lo pronto, reserva la fecha: 10 de Mayo de 10am a 12:30pm.

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